El ácido nítrico muerde el metal allí donde el artista ha realizado el dibujo, y que posteriormente quedará impreso sobre papel de algodón. Es la técnica del grabado, un arte tan antiguo como a veces desconocido, y que en Ronda tiene en la figura de Pedro Somera a uno de sus últimos cultivadores. «Se puede decir que es un oficio casi en peligro de extinción», reconoce en su modesta sala de exposiciones de la calle Rosario, donde además posee un pequeño taller que permite a clientes y visitantes observar su trabajo.
La crisis y los adelantos tecnológicos han hecho que este arte se vea cada vez más arrinconado, aunque todavía son muchos los que ven en él un aura romántica que no poseen otras técnicas. «Su mayor atractivo es que todas las obras son únicas, porque aunque se utilice la misma plancha, cada estampación es distinta», explica Somera. Y pese a que sus resultados son fácilmente reproducibles con las técnicas digitales de hoy en día, «cualquier entendido sabe perfectamente apreciar las diferencias».
Sus características, además, lo convierten en un medio de expresión cercano al pueblo, ya que el proceso de elaboración hace que sean obras asequibles para cualquier bolsillo. En el caso de este taller, pueden encontrarse grabados desde los 5 hasta los 300 euros, dependiendo del tamaño y de si se utiliza una o más tintas. Obras limitadas, firmadas por el autor y acompañadas de un certificado de originalidad, con una gran variedad de motivos: paisajes, monumentos, escudos, escenas costumbristas, oficios…
Sin embargo, estos «precios populares» no deben hacer pensar a nadie que se trata de un trabajo fácil, todo lo contrario. Para elaborar las planchas más grandes, este grabador necesita hasta tres meses de trabajo, dedicando a ello ocho o nueve horas diarias.
Malagueño de nacimiento, actualmente vive a caballo entre la capital y la ciudad del Tajo, a la que llegó hace años y donde ya se siente como uno más. Comenzó su aprendizaje a los 14 años, cuando cogió por primera vez un pincel y empezó a experimentar diferentes técnicas antes de dejarse seducir por los atractivos del grabado, y más concretamente por la técnica del aguafuerte, hace ahora 33 años. Posteriormente, ha expuesto sus trabajos en multitud de ciudades españolas, y también fuera de nuestras fronteras, en países como Suiza y Dinamarca, y ha recibido importantes premios como reconocimiento a su carrera, especialmente el Premio de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. Cuando corrían mejores tiempos para la artesanía, incluso, Grabados Somera llegó a contar con varios talleres en distintos puntos de España.